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La Revista Cultural La Palestra Noticias es un espacio de encuentro para compartir el amor por el Arte, por el Deporte, por la Literatura, por la Salud, por los conocimientos de Astrología, por el Medio ambiente y su cuidado, por la cultura de cada Sociedad y su gente; por los viajes, la oportunidad de descubrirnos diferentes y semejantes.   

31 de agosto de 2019

Mi vida en la aldea de montaña

 

Por Caroline

Ilustración: Florencia Denis

El clima de montaña es impredecible y el viento, en muchos casos, determina el carácter y buena parte de las rutinas de mi aldea de montaña. Las estaciones del año las marcan los colores de las lengas, pero nuestros «estados oscuros de ánimo», sin dudas, son provocados por las interminables semanas de lluvia y las desaforadas ráfagas de viento. Afortunadamente, con la llegada de la primavera, con el despliegue de colores y atardeceres largos, nuestro humor mejora. Intentamos enfrentar estos cambios abruptos recurriendo a pronósticos mágicos, calendarios mapuches y probando nuevas actividades desafiantes, deportes extremos y reuniones gastronómicas.


Por tal motivo, la sociedad montañesa suele ser catalogada como un tanto introvertida o cerrada, con personalidades fuertes, muy aferrada a sus creencias y costumbres y, sobre todo, amantes de la buena mesa. Sí señor, podremos tener un carácter jodido pero cocinamos unos corderos patagónicos para chuparse los dedos, la bourguignon de ciervo es de fábula y nuestros dulces caseros son la envidia de los reposteros europeos. Cualquier receta traída a estas tierras se enriquece con los productos locales como una pasta casera con salsa de hongos de pino. El invierno que se extiende casi hasta fin de año nos empuja a reunirnos con amigos y familia para compartir guisos, asados, postres hipercalóricos y una variada barra de bebidas. La mística etílica, con la superproducción de cervezas artesanales y licores de guinda, imbatibles para el frío, son también pericias características de los montañeses. Prohibido acompañar una trucha a la manteca negra con una coca light.

Ilustración de Florencia Denis

Cada uno de nuestros encuentros comienza o culmina con un sinfín de delicias culinarias y una gran sumatoria de brindis. Si te invitan a tomar el té, serás homenajeado con tartas de frutos rojos cosechados de nuestras huertas orgánicas y unos pancitos con dulces de los frutales del fondo de nuestros terrenos

 

Hablando de producción artesanal, es llamativa la destreza manual de nuestras paisanas. Parece la canción infantil: saben coser, saber bordar, tejer a dos agujas y también decoupage. En este punto yo me siento un tanto excluida ya que carezco del don de las manualidades. Lo más parecido a una habilidad manual es salir en otoño a recolectar hongos boletus y regresar llena de abrojos, las manos manchadas y un par de bolsas con este preciado tesoro. ¡Con esta actividad me siento la Caroline Ingalls de la era digital!

 

Bueno ya mencioné la gastronomía, las labores manuales y ahora veamos tema deportes extremos. Florecen las retamas y un mar de calzas, zapatillas de running, y remeras fluorescentes invaden los callejones y la costa del lago. La ruta 40 se llena de bicis, de maratonistas y, en determinadas fechas, de grupos de motoqueros con las chapas plateadas al viento, camperas de cuero y tremendas naves. Muy pintoresco. Me pregunto: ¿por qué después de los cuarenta se nos despierta ese espíritu salvaje, un ansia por desafiar nuestros propios límites físicos y mentales? ¿será quizás que los hijos ya están más grandes y nos queda mucho tiempo libre? Se nos da por cruzar la cordillera para adquirir todo tipo de indumentaria deportiva de alto rendimiento, cosas raras que, en otras épocas, ni sabíamos que existían. ¿Polainas para trekking? ¿No eran para bailar en la película de flash dance? Cubre pantalones con abrojos en los costados de toda la pierna para protegerse de la nieve… como usan los stripers. ¡Chan! Y así, infinitos artículos a cuál más pequeño, liviano, importado y carísimo, que vamos acumulando en nuestros armarios para convertirnos en superhéroes después de las 17:30 hs

 

En resumen, nuestra vida (porque ya a esta altura yo me siento una sureña afianzada) es muy interesante y llena de actividades y proyectos. El tiempo pasa más lento en estas latitudes. Está demostrado. La belleza de nuestros bosques y lagos es inmensa y varía con cada estación. Y nuestras rutinas laborales culminan con alguna caminata, trote, o salida en bici y la posterior cena casera con amigos. Si esto no se parece al paraíso, ¿el paraíso dónde está?

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