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17 de octubre de 2016

Pinos en la Patagonia

 

Por Paula Rodríguez*

En la Patagonia Andina, desde 1940, las políticas forestales privadas y estatales fomentaron forestaciones de coníferas exóticas que reemplazaron el bosque nativo, y en particular el bosque mixto de ciprés y coihue. Estas primeras plantaciones mostraron buenas tasas de crecimiento, pero se realizaron sin criterios silviculturales ya que su objetivo era sólo la producción de celulosa

 

Desde diferentes sectores de la sociedad y el ámbito internacional, en las décadas del ´80 y el ´90, se empezó a vislumbrar una tendencia hacia una silvicultura más natural. Como consecuencia, aquellas plantaciones que se habían realizado en detrimento de los bosques nativos comenzaron a ser desalentadas. Desde entonces, las plantaciones se llevan a cabo en áreas de secano que no presentan bosques naturales. 

 

En la actualidad existe un debate creciente entre las organizaciones ambientalistas, profesionales, científicos y pobladores de la región acerca del proceso de sustitución de las plantaciones de coníferas, y sus efectos sobre la vegetación nativa (i.e. bosques, matorrales y estepas) y la economía regional.

 

Ahora bien, ¿en qué consiste este debate que involucra tal diversidad de actores? ¿Cuáles son los riesgos ecológicos, económicos y sociales asociados a esta actividad? También cabe preguntarnos: ¿qué pasaría si las forestaciones fueran manejadas de manera adecuada?

Verdes, prolijos y en hilera. Imágenes desde el espacio revelan los patrones regulares y homogéneos que forman un mosaico cada vez más característico del territorio patagónico. Árboles originarios de Estados Unidos o de Canadá se vuelven familiares entre los coihues, las araucarias y los raulíes.

Sin embargo, al observar las prolijas hileras de pinos, es inevitable que surja otra pregunta: ¿y qué pasa con la biodiversidad? Los pinos se extienden como clones en extensas áreas del territorio. El reemplazo de bosques naturales y pastizales por plantaciones de pinos provocó una menor biodiversidad de plantas, insectos, aves y mamíferos nativos; inclusive con una pérdida de especies originales y específicas de la región; ello en comparación con los valores de los sistemas originales.

Por otro lado (y al mismo tiempo) cobra gran importancia la amenaza de invasión del pino hacia los ambientes naturales circundantes a la plantación, los cuales generalmente no se encuentran asistidas por el hombre y que exceden, de alguna manera, su control. Los pinos tienen una alta y precoz producción de semillas que pueden dispersarse a gran distancia, acompañado de un rápido establecimiento en sitios abiertos y poco fértiles y un veloz crecimiento del individuo.

 

A todo este paquete estratégico, se le suma un componente esencial: la acumulación de la famosa pinocha. Esta biomasa residual representa un gran riesgo para los bosques nativos ya que es altamente combustible. En las últimas décadas el número de plantaciones quemadas aumentó considerablemente. Entre 1999 y 2009 de un total de 76.000 ha. plantadas con coníferas exóticas, se quemaron aproximadamente 5.900.

 

Estos incendios en las plantaciones son preocupantes porque podrían, entre otras cosas, aumentar el riesgo de invasión de los pinos debido a su facilidad para germinar después de un incendio. Bajo un escenario de cambio climático, en el que se presume conducirá a veranos más secos y cálidos, hay un aumento del riesgo de incendios que, a su vez, aumentaría el riesgo de invasión de coníferas que afectaría negativamente la recuperación de la vegetación nativa[1].​

Es fundamental que tomemos consciencia sobre la importancia en el manejo y la gestión del recurso forestal. La aplicación de mejores prácticas, que incluyan manejo de las invasiones, que reduzcan el riesgo de incendios y una apropiada elección del lugar correcto dónde plantar, minimizaría el impacto de las plantaciones exóticas en nuestro suelo.

Instituciones y ONGs

[1] 1-M. Andrea Relva, 2016. Impactos Humanos en la Patagonia: Capitulo 7. Ecología e Historia Natural de la Patagonia Andina: un cuarto de siglo de investigación en biogeografía, ecología y conservación. 164-169

[1] pie de página

*La autora cursa 5to año de la carrera de Ciencias Ambientales en la facultad de Agronomía de la UBA.

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