La Palestra

1 de mayo de 2017

Tauro, el camino del medio

Por Marcelo Cippitelli, Astrólogo Kármico y Psicólogo Social*

Tauro es el signo más concreto de los doce y por tanto parece fácil de explicar. Contradictoriamente, es uno de los más difíciles de comprender pues representa la esencia del sentir humano. La estructura de su psiquis y de su mundo interno esta basada en la manera en la que maneja el miedo a la carencia. Este miedo no se relaciona exclusivamente con los bienes materiales. La carencia puede incluir el afecto, el reconocimiento, el saber, los vínculos... la lista es interminable. Sólo hay una palabra que parecería exorcizar esta sensación de carencia. Y es una palabra utópica: estabilidad. Tauro buscará toda la vida la posibilidad de un medio que le asegure de alguna manera la ficticia y temporal posibilidad de alcanzar un cierto grado de afianzamiento, del orden que sea, y de que luego, una vez establecida esta forma de substancialidad concreta... “nada cambie”.

Cada signo zodiacal rige una parte del cuerpo. Tauro tiene su reinado sobre el cuello, la unión entre la cabeza y el cuerpo, el cielo y la tierra. Entender el Karma de Tauro tiene especial relación con comprender la dificultad del espíritu para convivir con las necesidades del organismo esencialmente animal en el que habitamos. Tauro expresa la contienda por alcanzar el punto más elevado de la espiritualidad luchando con las necesidades del ser y sus requisitos vitales. Nos habla del momento en que el alma ha alcanzado un cierto grado de evolución y necesita ser “probada” en un campo de batalla muy particular: “El imperio de los Sentidos”. Es por eso que su desarrollo sensorial tan particular atenta contra sus intentos de conectar con su ser superior. La búsqueda del desequilibrio en la contienda puede ser una tortura infernal si Tauro no comprende que debe transitar un espacio equitativo que habita entre ambos extremos.

No debemos olvidar a este respecto que el príncipe Sidharta Gautama, llamado el Buda, era precisamente Taurino. Y su principal aporte al desarrollo de la humanidad se llamó “El Camino del Medio”. Su búsqueda lo condujo a la senda alquímica de transitar entre los deseos del cuerpo y las necesidades del alma de una forma distinta al del resto de las religiones. Todos los caminos religiosos abogan por la represión del deseo como un sacrificio dedicado a la divinidad. La novedad que introduce el Buda es la de la búsqueda de la extinción de los deseos sin lucha interior, solamente por la comprensión “intelectual” (por no existir otra palabra para expresar la forma) de la futilidad del deseo mismo. Y en esta doctrina no existe un Dios externo al que dedicarle tal trabajo sino que, por el contrario, se trabaja con la esencia divina que habita el interior de cada ser. Por lo tanto, el signo más concreto y substancial puede convertirse en la representación de la senda del camino divino.

Claro está que para llegar a semejantes estadios Tauro debe pasar por las instancias más complejas de la Lucha interior. Hasta que comprende que la verdad se encuentra en el Acuerdo y la Integración de su ser. Si no se propone este combate interior, el resultado será la generación de un conflicto posterior y un gasto de energía que lo desvíará de su auténtica senda.

El camino de Tauro es, fundamentalmente, el camino del equilibrio.