Originalmente esta disciplina se crea como un sistema de defensa personal muy efectiva, por cierto. Pero su particular filosofía de base, el taoísmo, y los cambios en las necesidades sociales llevaron a sus maestros a explorar otros aspectos de su ejercicio: el reconocimiento de la propia interioridad, tanto psíquica como emocional y espiritual. La particular dificultad de sus movimientos y encadenamientos unida a una velocidad orgánica de ejecución, permiten al practicante vincularse con las desarmonías internas y con sus emociones fuera de control. Cualquiera puede aprenderlo, pero no es posible caminar por el arte del Tai Chuan sin dejarse atravesar por su exigencia de reconocimiento interno. Y es a través de ese Tao (camino filosófico) como el practicante puede entender la naturaleza real de sus dolencias y participar activamente en su proceso de curación.

La práctica del Tai Chi Chuan obtiene resultados maravillosos de  prevención, asistencia en procesos y curación en dolencias del aparato circulatorio, digestivo y respiratorio. Asimismo favorece el sistema óseo/articular y tonifica la musculatura de un modo relajado que permite la libre circulación de la energía vital. Se han obtenido incluso resultados muy favorables en la reversión de dolencias de tipo sexual (impotencia, frigidez, eyaculación precoz) y en conflictos psicológicos como traumas y fobias.