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13 de marzo de 2017

Piscis, ente el Cielo y la Tierra

 

Por Marcelo Cippitelli, Astrólogo Kármico y Psicólogo Social*

Es el último signo, pero no por ello el menos importante. En Piscis se realiza la síntesis entre el Cielo y la Tierra. Los antiguos cristianos usaban un símbolo llamado “Mandorla” para representar la misión de Cristo: el descenso del Amor sobre los hombres. La Mandorla, con pequeñas modificaciones, se convirtió en el distintivo del signo de Piscis.

Porque de eso se trata. El Pisciano vive en un espacio intermedio, una zona que se encuentra a mitad de camino entre la Divinidad y el mundo concreto. Por lo tanto, al polarizarse con su contrario, Virgo, puede vivir lo corporal y lo sexual con culpa, y lo Divino con conflicto de escepticismo. Piscis pasa casi toda la encarnación tratando de resolver este fenómeno interno hasta que consigue arribar a la sabiduría que le permite lograr un acuerdo consigo mismo. Bueno, a decir de verdad, no todos lo logran. Por eso vemos un sinnúmero de Piscianos transitando la realidad con un pie en el espíritu y otro en lo concreto, siendo incomprendidos en sus planteos, y tratando de encontrar respuestas en la belleza, el Arte y en… el Amor.

 

El Amor se convierte en la máxima aspiración kármica de este signo. Por momentos lo colocan en el amor humano, incluso a costas de un intenso erotismo, o quizás un afiebrado sentimiento platónico más abrasador aun que la más fuerte de las pasiones carnales. Se consumen en el fuego sagrado de cada relación, sintiendo que los desborda, pero que la fuente que lo origina no tiene límites, sigue fluyendo.

"Mandorla"

Un siguiente paso en la evolución de sus emociones lo representa el amor filial a su familia y amigos. Lo ejercen de tal forma que casi los convierte en esclavos y los agota absolutamente. En este camino, generalmente se topan con el servicio y la caridad, lo cual constituye un escalón altísimo. Si perseveran en esa línea pueden alcanzar el punto máximo de sí mismos en el Amor, el estado conocido como Ágape: el amor hacia y desde la Divinidad Suprema. Algunos Piscianos lo logran. Consiguen seguir la senda del máximo exponente del signo: el avatar Jesús.

 

Algunos, en cambio, no lo consiguen nunca, y generan frustración, neurosis y numerosos conflictos internos.

Logren o no su objetivo, los Pisicianos se ven forzados a realizar esta tarea de síntesis y sublimación de las emociones durante toda su existencia. Lo que los obliga a vibrar en una dimensión muy particular. Su mente se halla permanentemente a mitad de camino entre la razón y el corazón. No es éste precisamente el mejor lugar para funcionar en el mundo cotidiano. Por eso son reconocidos por los demás como los distraídos o como aquellos que se encuentran desconectados de la realidad circundante. Es difícil razonar en lo concreto mientras se busca el amor por Dios…

No todos los Piscianos pueden arribar a esta comprensión de sí mismos, a verse en esta búsqueda y a llevarla a cabo. Sin embargo, todos ellos sienten la necesidad imperiosa de ayudar, de servir. Es por eso que muchas veces, en un intento de conseguir un objetivo que desconocen, se conectan empáticamente con las necesidades más íntimas de sus semejantes e intentan satisfacerlas. El resultado suele ser bastante negativo. Incluso puede llevarlos a perderse en escapismos, atormentados por el dolor de los otros.

 

Piscis logra crecer espiritualmente cuando consigue el equilibrio entre el Cielo y La Tierra, es decir entre sus pies y su cabeza, integrando a su corazón. En ese punto se hallan en su eje y se vuelven los sutiles Guerreros de la Espada del Amor Divino.

*Para hacer consultas personalizadas te podes comunicar con Marcelo Cippitelli a su dirección de mail marcelocippitelli@gmail.com o a su celular (011) 15 5376-5823.        

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