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La Revista Cultural La Palestra Noticias es un espacio de encuentro para compartir el amor por el Arte, por el Deporte, por la Literatura, por la Salud, por los conocimientos de Astrología, por el Medio ambiente y su cuidado, por la cultura de cada Sociedad y su gente; por los viajes, la oportunidad de descubrirnos diferentes y semejantes.   

28 de septiembre de 2016

Palma de Mallorca, en la isla de la espera
 

Por Angie Galli*

Frente a la península ibérica, con un carácter suave y dormido, con cierta ternura y un poco de misterio, dos islas hermanas descansan sin miedo. Mallorca y Menorca son inseparables. Debajo de su piel, a primera impresión tranquila, cada una ha sabido desenvolverse según su propia personalidad, formada según el modo en que los hombres las fueron conquistando. 

 

Palma de Mallorca es el corazón de la hermana más grande, que irriga hacia la isla diferentes culturas, historias e idiomas que llegan desde todas partes del mundo; experiencias que cruzan el Mediterráneo en los zapatos y mochilas de los turistas para descubrirla, domesticarla a su manera, convertirla en esclava y verla desangrar. Pero la isla no sangra, se defiende muy bien a pesar del calor y la sequía. La isla palpita latente por debajo del pavimento, respirando a través de la arena cargada de colillas de cigarrillos y despidiendo su dulce aroma a través de los muros no olvidados de un pasado lejano, a través de sus naranjos casi siempre en flor. 

El Mar Mediterráneo la sostiene en cada borde. Un mar que vive con cierto letargo en la costa española. No es el Río de la Plata ni el mar salvaje de mi costa atlántica. Es un mar como ausente de violencia pero cargado de sueño. Tal vez porque aquí el mar le pertenece a la isla y no a la gente, a los peces que te muerden las plantas de los pies mientras te das un baño, y no a la gente. A las rocas y a las calas sedientas de su sal, y no a la gente. Será que está cansado de las personas y sus conquistas, de las carreras marítimas de romanos, árabes, ingleses y españoles para adueñarse de un pedacito de las tierras que con tanta dedicación aloja. Este mar ignora a su gente, está cansado y descansando. Está durmiendo para siempre.


(El mar en Argentina es diferente: todavía no envejeció lo suficiente, incluso acuna cierta violencia, la violencia del joven que se revela. Allí los conquistadores no han sido grandes marineros, más bien surgieron de la tierra; murieron y volvieron a ella. Es verdad. En mi país el mar y las personas tienen una conexión profunda: el hombre conquistado se siente atraído por la ola inmensa y encuentra consuelo en el dolor de su espuma. Alfonsina en Palma jamás lo habría logrado). 


Sé que Rubén Darío vivió en la isla algún tiempo y dicen que parte de su obra más rica se escribió en estas tierras. 

Yo no soy Alfonsina ni Rubén Darío. A mí este mar me envejece, tal vez por eso de que fue domesticado hace siglos. Son aguas cansadas que a mí me cansan. O quizá me cansan porque en estas orillas yo espero. Rodeada de palmeras sedientas, de esos gigantes desflecados que bailan una danza “shaabi”, espero el momento de seguir esperando, sabiendo que volveré a esperar. 

Vivo  en Palma seis meses esperando volver dentro de seis meses, año a año. Aprendiendo a esperar. Y me voy mezclando con la isla, alejándome de los turistas, esquivándolos como en un eslalon hasta llegar a la meta. La meta es la isla y su gente autóctona, su cielo y sus calles; la meta es desarmarme en sus montañas y trepar hasta su sol. El triunfo es el silencio y deshacerme en la espera; dejar de ser yo, convertirme en la isla y en sus gatos hambrientos, en sus ratones nocturnos, en sus gorriones y palomas, en sus lagartos, en sus cangrejos, en sus gaviotas. 


O ser yo más yo que nunca, navegando soledad adentro. Abriéndome hacia el origen de la creación, en busca de ese ser más grande que nace y muere en la misma naturaleza, y vuelve a nacer en la tierra y en el mar, en el cielo y en la montaña, en el sol y en la luna. Y en cada uno yo, después de dejar de ser yo.

* Angie Galli estudió Licenciatura en Letras. Desde hace un tiempo que divide su año entre la vida en la isla de Palma y su ciudad natal, Buenos Aires. Podes seguirla en anyuland.blogspot.com.ar 

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