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La Revista Cultural La Palestra Noticias es un espacio de encuentro para compartir el amor por el Arte, por el Deporte, por la Literatura, por la Salud, por los conocimientos de Astrología, por el Medio ambiente y su cuidado, por la cultura de cada Sociedad y su gente; por los viajes, la oportunidad de descubrirnos diferentes y semejantes.   

En búsqueda del genio creador

 

Por Florencia Beláustegui

La situación del artista es de humildad.

Él es esencialmente un canal

PIET MONDRIAN

(1872-1944)

De una manera errónea, y en particular durante estos dos últimos siglo, se asoció a la creatividad artística, con el pensamiento original. Y este “pensamiento original” se encuentra en una carrera desbocada por mostrarse primero, antes que cualquier otro…; una carrera por ganar el primer puesto. ¿Primer puesto en qué? No importa realmente.  Por ejemplo, el libro Guinness está repleto de “absurdos primeros puestos”. Como es el caso de Kiko Obata, quien este año fue reconocida por tener la “mayor colección de comida de plástico”. La calidad de la idea inspiradora dejó de importar; ahora lo relevante es alcanzar el podio más alto. A esto lo han llamado “la cultura del éxito”. Caímos en la equivocación de creer que quién tiene primero una idea, es un “genio” o es “creativo”. Así la creatividad dejó de pertenecer al mundo del arte y se volvió prisionera del éxito medido en pesos o dólares, en seguidores de facebook o en la capacidad de convertirse en #trendtopic.

Pero no solo eso.  A esta carrera por llegar primero, se suma la ridícula necesidad del hombre de etiquetar todo cuanto ve. Necesidad que viene heredada de Adán y su soberbia de creer que era él el encargado de dar nombre a todas y cada una de las creaciones de dios. Así, "el genio creativo" también quedó subscripto a aquellos que pudieran ser etiquetados como “artistas”. Aunque para lucir este flamante título, los elegidos tuvieran que cumplir con el estereotipo aceptado por una sociedad que observa al artista como a un ser extraño y alienado del orden social. De esta manera se sigue retroalimentando este presupuesto de que la creatividad es solo para algunos. Los estereotipos del personaje artístico más comunes son: el bohemio en Europa; el excéntrico o snob en Estados Unidos; y los “zurdos” en el mundo de habla-hispano (una vez un hombre que recorrió el mundo vendiendo collares macramé, me dijo que el socialismo va de la mano del idioma español; y si reflexionamos un poco, no está del todo equivocado). Y las etiquetas se siguen multiplicando por cada disciplina: el escritor es depresivo y alcohólico; el pintor abusa de las drogas psicodélicas; el fotógrafo es promiscuo, el bailarín homosexual; etc.; etc.; etc.…

 

Pero entonces, si el don creativo no es tener la primicia en la realización de una idea original… ¿Qué es? La Real Academia Española, en su diccionario online, define a la creatividad, como la facultad o capacidad de crear; y por crear entiende producir algo de la nada. Pero de la nada, nada sale. Puede ser obvio para muchos (créanme cuando les digo que no para todos), pero para crear necesitamos de una materia prima. Y para la "Creatividad", esa materia prima no es más ni menos que la capacidad de unir de una manera diferente nuestras neuronas, es decir, generar nuevos impulsos electromagnéticos. Literalmente destellos de luz en la mente. En el mundo antiguo, en donde no existían las maquinas de hoy que nos permiten ver al cerebro en acción; a estos destellos de luz los llamaban musas o genios. En ese entonces la obra de arte no se valoraba por su "originalidad", sino por la "creatividad" que irradiaba.

Creo que los artistas, en su afán por alcanzar una originalidad creativa (entendida como esa “originalidad primera”), se fueron cerrando cada vez más sobre sí mismo, buscándo al genio en las profundidades de sus entrañas. A la misma vez que el arte se fue vaciando de contenido. Poco a poco se fue negando la cualidad fundamental de toda expresión artística: la de transmitir una experiencia, lo que Kant llamó “goce estético”. Silvina Ocampo dijo que el éxito es saber que uno ha conmovido a alguien. En contraposición, el “artista moderno” se regocija y funda su éxito en la incomprensión del hombre común; creyendo que es esa falta de entendimiento de una obra de arte, lo que hace de un artista, un “gran artista”.

 

El pensamiento original no es fundamental al arte. Lo fundamental, es la esencia creativa: los destellos de luz, las nuevas sinapsis, los susurros de las musas en la cabeza; hechos que en última instancia exceden el control del ser humano. Esencia creativa que se alcanza cuando el artista se funde con la obra, es decir, con la pérdida de su ego.

 

Algo similar dice Elizabeth Gilbert en la charla que dio para las reconocidas conferencias TED. En veinte minutos propone romper con el super-ego del hombre que, desde el Renacimiento, se colocó en el centro del universo. Y sugiere volver a reconocer esa magia creativa fuera de uno; ya sea llamándola demonios; genios; musas; o espíritus.  

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