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14 de octubre de 2016

Los secretos de la Esfinge

 

Por Lic. Tamara Le Gorlois*

El mito de Edipo y la Esfinge nos lleva a Tebas, ciudad griega ubicada al norte de la cordillera de Citerón.

Cuenta la historia que el Oráculo le develó a Layo, rey de Tebas, que si engendraba un hijo, una vez adulto, éste le mataría. A pesar de tomar precauciones, en una noche de ebriedad se unió a su esposa Yocasta y tuvo un hijo, el cual al nacer fue entregado por su padre a un pastor para que fuera abandonado. Cuando supo esto, la diosa Hera creó la esfinge para castigar a Layo, colocándola en el único paso montañoso que permitía el acceso a la ciudad de Tebas. Allí estrangulaba con sus acertijos a todo aquel que intentara entrar o salir, y devoraba a quien ignorase la respuesta. Permitiría solo el paso de los dignos conocedores de los arcanos.

 

Aterrados, los tebanos ofrecieron el trono y la mano de Yocasta a quien los liberara del monstruo. Edipo, quien ya había dado muerte a su padre, se presentó ante la Esfinge. Preguntado ésta cuál es el ser que tiene cuatro pies por la mañana, dos durante el día y tres por la noche, el joven respondió:

 

- Se trata del hombre, pues al nacer y durante su infancia anda gateando en cuatro patas; durante la juventud camina graciosamente en dos piernas y durante la vejez, se acompaña de un bastón para tener estabilidad.

Viéndose vencida, la Esfinge se arrojó al mar, tal como fuera vaticinado por el oráculo.

La Esfinge más conocida de Egipto, la de la ciudad de Gizeh, mira hacia el Oriente y presenta una inmensa cabeza, rostro y pecho de mujer, cuerpo y patas de león. Pero también se ven representaciones con rostro de hombre, cuerpo de león, patas traseras de toro y alas de águila. 

Así representa los cuatro elementos, las cuatro dimensiones, la multiplicidad enigmática del Cosmos, pero por sobretodo, el enigma de la evolución de la conciencia humana.

 

El origen de esta figura se remonta a la antigua Babilonia; de allí pasó a Persia e India, adquiriendo al mismo tiempo auge en el mediterráneo, especialmente en Egipto y Grecia.

 

Con los griegos toma carácter netamente femenino y recibe el nombre griego sphinx, lo que significa “estranguladora” o "yo aprieto o cierro estrechamente", recordando también (al igual que el mito) a cómo las leonas en sus cacerías estrangulan hasta matar a su presa. Esto explica por qué es importante que en la iconografía las esfinges se representen con patas de gran tamaño y fuerza.

Custodia de los secretos herméticos, guardiana del umbral de la trascendencia, de los umbrales prohibidos, es también símbolo de la belleza hierática, lo enigmático, lo ineluctable y la sabiduría. Simboliza la búsqueda del conocimiento: se tragaba a quien no respondía sus enigmas. Solo podía ser vencida con intelecto y sagacidad.

 

Sus facciones y su posición sedente, sólidamente asentada, expresan la serenidad de la certidumbre.

 

Se le atribuye a la Esfinge, al igual que a muchas otras representaciones bestiales o de monstruos como leones, grifos y quimeras, un efecto apotropaico, es decir el efecto o propiedad de conjurar o alejar el mal.

* Autora del libro “Nuevas Devociones Populares”

Especialista en Simbología y Patrimonio Masónico

Disertaciones presenciales o vía skype sobre Simbología y Masonería. 

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