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16 de julio de 2016
¿Qué hay detras de los re-encuentros kármicos?
Por Marcelo Cippitelli, Astrólogo Kármico y Ancestral, Psicólogo Social.
Cuando hablamos de re-encuentros kármicos, el ser se nos llena de sensaciones extrañas, de melancolías, de la calidez y el romanticismo de lo conocido otra vez presente... En los últimos años, incluso, se ha generado una enorme difusión de los conceptos de almas gemelas, de deudas kármicas, de compromisos de otras vidas, de acreedores o deudores que acuden a nuestra cotidianeidad a cerrar tratos... Pero ¿Cuánto hay de cierto en todo esto? ¿Podemos distinguir lo real de la novela reencarnacionista? Para tratar de resolver estos interrogantes vamos a exponer la teoría desde la pura tradición de la concepción Rosacruz.
Como punto de partida en la comprensión de este tema, vamos a usar una analogía común: Si usted comparte un momento junto a un amigo y mantiene una conversación con él, terminada la misma, ambos conservarán recuerdos absolutamente distintos de ese instante único. Él recordara su imagen, su voz, el contexto que se encuentra detrás suyo; a usted le pasará lo contrario, es decir que recordará las palabras de su amigo, su cara y aquello que le servía de fondo a su persona. Ninguno de los dos puede recordar su propia imagen porque no la vio, ni lo que había detrás, incluso no puede recordar el exacto tono de su propia voz, pues siempre la escuchamos deformada.
Algo muy similar ocurre en nuestro paso a través de las distintas vidas: nos resulta extremadamente difícil recordar algo de la propia individualidad pasada. En el mejor de los casos, tenemos jirones de recuerdos, imágenes deformadas, sensaciones extrañas e indefinibles, aromas de un tiempo que no podemos retrotraer. Sin embargo, de alguna extraña forma, guardamos información de los seres con los que nos hemos relacionado profundamente, pues fue aquello que vimos, escuchamos, sentimos, percibimos en nuestra cotidianeidad pretérita. Por ello constituimos una increíble fuente de información para esos personajes en esta nueva vida.
Sabiendo esto y otorgándole vital importancia a la necesidad de esos datos para la evolución a través de las encarnaciones, es que las almas pactan nuevos encuentros a lo largo del tiempo bajo diferentes formas y circunstancias.
La forma de esos encuentros, su calidad “positiva” o “negativa”, los personajes encarnados, incluso la duración de los mismos, son totalmente intrascendentes. Son sólo detalles. Lo único que cuenta es la intensidad y la conciencia con que se lleven a cabo. En cada uno de esos encuentros, ambos participantes traen un mensaje vital para el otro. Todo lo demás (amor, odio, caricias o lucha) es absolutamente circunstancial. Estas reuniones pueden durar incluso sólo unos pocos minutos y, sin embargo, resultar fundamentales en el siguiente devenir de vida de ambos o de uno solo (dependiendo de la conciencia de cada uno). O bien, pueden resultar largos y muy confusos, ya que la singularidad de las circunstancias lleva a que se produzcan emociones y sentimientos encontrados. Muchas veces se confunde al personaje que trae un mensaje -una información vital-, como “el amor de la vida”. No quiere decir que no lo pueda ser... Sin embargo esto se produce menos veces de lo que pensamos. Hay que tener bastante cuidado. Lo más importante de todo este sistema es la información que el otro me trae. Sin desmerecer al amor, es necesario evolucionar, y para ello necesitamos la información de nuestras experiencias precedentes de otras vidas. Para ese fin están programados estos encuentros. Luego de realizado el intercambio, ambas almas pueden despedirse sin más trámites.
¿Cuántos de estos contratos se cierran a lo largo de la vida? Tantos como sea necesario. Pero cada uno determina crisis de existencia y nuevas etapas de desarrollo.
A estar atentos entonces. Cada persona con la que nos relacionamos positiva o negativamente puede ser un contrato preestablecido en el confín del tiempo. ¡¡Suerte y conciencia!!