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30 de agosto de 2017
Leo, Amor por la Divinidad
Por Marcelo Cippitelli, Astrólogo Kármico y Ancestral, Psicólogo Social.*
Cuando se habla del signo de los Leones es inevitable mencionar como eje conceptual al Amor. El amor en toda su manifestación en la vida humana. Los griegos establecieron una forma filosófica de explicarlo que diseccionaba al Amor en tres grandes divisiones a fin de comprenderlo:
Eros: el amor con connotación sexual, con un atractivo erótico entre los seres.
Philos: los sentimientos que se guardan hacia la familia, padres, hijos, hermanos, con o sin retribución emocional.
Ágape: o el Banquete Divino, es decir el amor de y hacia la Divinidad.
Si bien no es posible definir al Amor como sentimiento en sí mismo, esta variable nos ayuda a desarrollar el razonamiento para comprender mejor el Karma del signo de Leo.
La ambición del alma que encarna con su Sol en este signo es la de alcanzar la vivencia de estas tres formas griegas del amor en su plenitud total y de ser posible, en algún instante de la vida conjugar todas en una misma persona, grupo o situación. Es decir que nos habla de la trascendencia del amor físico, sanguíneo o justificado de alguna manera, para poder remontarse a las alturas del vuelo del alma: el amor por la divinidad del otro ser desde el propio punto de la conciencia superior.
Ésta constituye una de las más bellas ambiciones del ser y es por ello que Leo elige para llevarla a cabo la regencia del Sol, la estrella dadora de vida.
Pero de la intención al hecho es mucho lo que se transita. La enorme ambición de esta vivencia emocional implica una condición previa indispensable: el auténtico amor hacia sí mismo, la autoestima en su máxima expresión. Sólo así es posible el amor que no constriñe ni posee, el amor que puede desarrollarse sin barreras ni limitaciones hasta alcanzar la divinidad.
Y en esta encrucijada es donde nace un mecanismo de compensación muy complejo: el Ego. El ego es el dispositivo de defensa de la psiquis que sobrecompensa la falta de estima propia. Para ser más claro: son funciones inversamente proporcionales. A mayor autoestima, menor Ego.
Y ¿Cómo hace el ser humano (el Leonino en este caso, pero el humano en general) para desarrollar la autoestima? Una de las modalidades es a través de la Creación. La creación artística, la social, la inventiva práctica, la económica incluso, conducen al ser a que pueda manifestar lo que hay en su interior en el mundo externo, y así poder “verse”, elevarse, enamorarse auténticamente de sí mismo y de esa manera, poder amar a otros seres desde las tres manifestaciones de las que hablamos antes.
¿Cuál es la más grande de las trampas en este sentido (tanto para los Leoninos como para otros signos)? La de querer jugar el juego de la creación biológica, los hijos, no ya por el deseo de reproducirse, de generar seres para amarlos, sino con la intención de que éstos lo representen, lo completen, vivan sus victorias y lo compensen de sus frustraciones y fracasos.
Leo es el signo que representa al humano en sí mismo, y por ello su Karma nos habla del Karma de la humanidad toda. De esa humanidad que generación tras generación vuelca la carga de sus frustraciones personales poniendo la esperanza en la creación de una nueva vida a la que no saben preparar. Y esto será así hasta que el ser entienda que no hay nada que pedir a la descendencia, que el camino del amor hacia los hijos es sólo de ida, es entregar sin esperar nada. Sólo entregar porque así debe ser. La otra actitud lleva únicamente a la frustración y al conflicto.
*Para hacer consultas personalizadas te podes comunicar con Marcelo Cippitelli a su dirección de mail marcelocippitelli@gmail.com o a su celular (011) 15 5376-5823.