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30 de abril de 2019

Kin-ball, desafiando lo conocido

 

Entrevista a  Anibal Salas 

Entrenador de Kin-Ball

Tras la búsqueda de lo nuevo motivado por pasiones, fuimos siguiéndole el rastro a Kin-Ball, un deporte canadiense que se juega con una pelota de 1.22 metros de diámetro (gigante) y que lleva a los jugadores a desesperarse por dominarla. Patadas, saltos, tiradas al piso, gritos y risas es lo que abunda.

 

Este deporte alternativo fue creado en 1986 por el profesor de educación física Mario Demers a raíz de una inquietud por querer integrar a aquellos alumnos que, por una razón u otra, quedaban fuera de los deportes tradicionales. Desde entonces, la popularidad del juego fue creciendo y atravesando fronteras. Además de practicarse en Canadá, también tomó fuerza en Estados Unidos, Bélgica, Suiza, Japón, Alemania y España por nombrar solo algunos países. La Federación Internacional de Kin-Ball cuenta con 3.8 millones de jugadores, y ahora se le suman doce más de San Martín de los Andes.

 

Aníbal Salas, profesor de educación física y entrenador de Kin-Ball, es quien desde esta ciudad patagónica lo está impulsando en la Argentina.

 

La Palestra: Pero… ¿de qué se trata exactamente este deporte?

Aníbal Salas: Es un deporte cooperativo y de comunicación. Por el momento, es el único deporte en donde juegan en la cancha tres equipos a la vez.

 

LP: Contanos un poco cómo es la dinámica.

AS: Son tres equipos de cuatro jugadores cada uno que se distinguen por pecheras de colores (negra, gris y azul o rosa). La dinámica es que el equipo que está al ataque elige a uno de los otros dos para atacarlo. Pero para poder hacerlo tiene que gritar «omnikin» y el color del equipo que será atacado. Se lanza la pelota con el objetivo de que el contrincante no logre controlarla y se le caiga al piso. El equipo en defensa puede recurrir a cualquier técnica para evitar esto: pegándole una patada o tirándose al piso, lo que sea para evitar que toque el piso. Si lo logran, se sigue con la misma dinámica: ahora el equipo atacado es el atacante y tiene diez segundos para decidir a quién y cómo atacar.

 

LP: Claro, entonces mientras uno está en plena defensa los otros tienen que estar alertas porque en diez segundos pueden ser ellos los atacados.

AS: Exacto, esa es la secuencia. Ahora, si la pelota cae al piso es punto para el equipo que atacó...

 

LP: Obvio...

AS: Pero también suma el otro equipo.

 

LP: ¡Ah! eso le da estrategia al juego.

AS: ¡Exactamente! Hay un montón de reglas, por ejemplo no se puede atacar al equipo que menor puntaje tenga; a la hora de atacar, tres deben estar tocando la pelota y el cuarto golpea; si falta uno, es una falta. Otra regla dice que no puede golpear dos veces seguidas el mismo jugador. Toda esta dinámica crea una comunicación y una cooperación de equipo que si no la tenés es complicado.

 

LP: ¿Cómo se gana un partido de Kin-Ball?

AS: Se juega por períodos de entre trece y quince puntos. El primero que los alcanza gana el período. Depende del partido se estipula si son tres, cinco o siete períodos. El que ganó más períodos es el que gana el partido.

LP: A nivel mundial, ¿qué alcance tiene este deporte?

AS: En Canadá tienen ligas como nosotros tenemos de fútbol. Tienen sus campeonatos y en las escuelas se da como un deporte más. Existe también una Federación Internacional que organizan mundiales en los cuales, obvio, los canadienses son campeones. ¡Pero no sabés cómo juegan los japoneses! En Europa también está muy extendido, por ejemplo, en España todos los fines de semana tienen torneos.

 

LP: ¿Y en la Argentina?

AS: En Argentina estamos muy lejos de eso todavía. Quienes se están acercando un poco más son los chilenos. Acá, en San Martín de los Andes, arranqué cuando volví de Córdoba en donde conocí el Kin-Ball. Somos tres los que arrancamos con el deporte en Argentina: uno de Córdoba, otro de Viedma y yo. En Viedma se desarrolla de manera recreativa; el profesor de Córdoba fue quien empezó la primera escuela…, pero no prosperó. Ambos lo enfocaron para adultos. Quien sigue más activo soy yo, que arranqué en abril del año pasado y soy el único que está con los junior como les digo . También entreno a jugadores adultos, pero los grandes van y vienen…

 

LP: ¿Cómo fue empezar un nuevo deporte alternativo en una ciudad donde están tan implantado los deportes tradicionales?

AS: Mirá, después de la capacitación pude comprarme una pelota (que son carísimas) y así arrancamos. Primero estuve en el gimnasio de un colegio de la Vega, pero ese año coincidió con el mundial de fútbol, la nieve, mucho cambio de horarios, etc. Después, gracias al profe Martín Gómez que se acercó a ver cómo era y que me invitó a jugar con los alumnos de 6to y 7mo de su escuela, arreglé para poder usar ese gimnasio como lugar de entrenamiento. Si bien el espacio no es el ideal, ahora estamos activos ahí. También me invitaron de otras escuelas para hacerlo como actividad para alguna jornada o para la ambientación de primer año. Y yo voy y lo comparto.

 

LP: ¿Cómo seguís ahora?

AS: A mí me gustaría armar algo del estilo como un intercolegial, o sea muy chico… tres escuelas… Yo les enseño a jugar y después jugamos entre las tres escuelas. Todavía no lo plantee… vamos a ver.

Y yo estoy contento por todas estas relaciones. Viste cuando vos encontras en tu carrera la veta donde vos decis «este es el camino por donde quiero ir». Porque yo quería hacer un curso de entrenador…, pero ¿de qué? ¿Handball? Hasta ahí… ¿Basquet? Cero… ¿qué hago? Gimnasia… No lo encontraba. Con este deporte estoy creciendo un montón. Por ejemplo, en la capacitación a la que voy a asistir en Santiago de Chile en estos días, me pidieron hacer una exposición sobre cómo se está desarrollando el deporte acá, y además voy a dar una parte de la capacitación sobre la iniciación al deporte. Por otro lado, también me van a graduar en arbitraje.

 

LP: Conociendo cómo fue que se creó Kin-Ball y después de hablar con vos, se hace obvio ver que más allá de lo deportivo tiene mucho de pedagogía y psicología.

AS: Exactamente. A mí lo que me llamó la atención también fue eso. Para las capacitaciones en deportes alternativos los llamados son a maestras, profesores de educación física, líder barrial... todas cosas así. Kin-ball no es exclusivo de profesores de educación física. El presidente de la Federación chilena es psicólogo. De todos los que juegan y de los que hicieron la capacitación conmigo el primer año, son muy pocos profes de educación física, sino más bien son personas a las que les gusta el deporte. Por ejemplo, hay una chica que es profesora de historia y es «Monitor de Kin Ball y nivel 1 de árbitro».

 

LP: ¿Qué fue lo que encontraste en este deporte que genera esta pasión en vos?

AS: Que sea diferente a lo demás… La cooperación y la comunicación, eso hizo que me gustara. Y que no necesitás una habilidad específica, ¿no? Si vos ves a mis alumnos, se tiran al piso y le pegan una patada y atacan como hay que atacar. Entonces, lo que veo, bah, yo me siento contento porque, quizá, esos chicos no hacen fútbol o no hacen voley o no van a handball porque no les gusta el contacto físico o no tienen la habilidad para jugar al voley y demás… y bueno, están conmigo ahí y yo la paso bárbaro con ellos, disfruto mucho.

 

LP: Si tuvieras que enumerar los valores del Kin-Ball o las habilidades que permite desarrollar, ¿cuáles dirías que son?

AS: Lo primero, la cooperación. Que sin decirlo explícitamente, el mismo deporte te lleva a cooperar porque la pelota es gigante, entonces, automáticamente cuando un color está siendo atacado todo el equipo sale en ayuda del otro para poder agarrarla. No existe la recriminación al otro. No hay eso de «dale ponete las pilas, andá a marcar». Lo veo en mis clases, sobretodo con los más chiquititos… nunca se recriminan.

No es un deporte de contacto físico; no hay contacto físico contra los otros equipos, es con la pelota en cooperación y comunicación con tu equipo. No hay empujes, patadas para que el otro no agarre la pelota...

A nivel torneo, además, tiene puntaje extra por deportividad. Es un deporte que no se le recrimina al árbitro: «Eh, dale, ¿qué cobras?» No existe… te bajan puntos. Imaginate que en un torneo se cierra la planilla, gana el gris, segundo el azul y tercero el negro, pero el gris tiene cuatro avisos de deportividad, le baja puntos. Es más, en un campeonato del 2015, a un equipo canadiense lo sacaron de la semifinal por agresión verbal al árbitro.

No hay… lo que llamamos nosotros «la viveza». Esa cosa también está bueno.

 

LP: En febrero te invitaron a la fiesta del Chimehuin...

AS: Sí, a través de un profe del CEF 8 de Junín de los Andes, me invitaron a la fiesta del Chimehuín a hacer la demostración del deporte. Estuvo lindo porque la gente estaba en el río y nosotros llamamos a quienes quisieran participar… re copado.

 

LP: Me imagino que la gente que estaba en el río no conocía el Kin-ball, al igual que la mayoría de los argentinos. ¿Cómo ves vos que la gente se acerca al deporte y cómo los ves cuando terminan su primer partido?

AS: (se ríe) Primero, visto de afuera, yo estaba: «Dale, vení, ¡no pasa nada!»; y me respondían:«No, está bien, miro, miro»; y yo les seguía diciendo: «No te va a pasar nada, vení». Es así, la gente primero (que es lo lógico) piensa: «che, esto nuevo de qué se trata». Yo creo que a lo nuevo siempre hay primero un rechazo, hasta que se meten a jugar y ya después se engancharon.

 

Y qué mejor manera de terminar esta entrevista que viendo a los profesionales jugar.

Kin Ball en San Martín de los Andes

FB @Kinaball Sma

 

Kinball Junior: viernes a las 18 hs

 

Kinball jóvenes y adultos: viernes a las 19:30

 

Escuela 188 del Barrio el Arenal

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