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5 de octubre de 2015
Murió el escritor sueco Henning Mankell
El escritor, maestro de la novela negra nórdica y uno de los narradores más leídos y celebrados de Europa, falleció este lunes en Goteborg a la edad de 67 años.
Mankell nació en Estocolmo el 3 de febrero de 1948, aunque pasó gran parte de su infancia en una comunidad rural, Sveg, adonde había sido trasladado su padre (un magistrado). Fue marino mercante en su adolescencia y empezó su carrera literaria como autor teatral, aunque no comenzó a publicar las novelas de Wallander hasta 1991, cuando tenía 43 años.
Según la editorial sueca, Leonhart, que fundó el propio Mankell con Dan Israel, el autor murió durante la noche. Le sobreviven su esposa, Eva Bergman y su hijo, Jon.
Con los casos del inspector Wallander, la novela negra dio un salto enorme, tanto en temas como en lectores. Mankell no fue solamente un gran autor de libros policiacos, sino que, a través de sus relatos, trazó un retrato crítico de la sociedad europea contemporánea. Sus obras tratan temas como la integración de los inmigrantes, la violencia de género o el profundo malestar que se oculta debajo de la aparente perfección de los estados nórdicos: «Son los otros quienes han inventado que Suecia es una utopía —señaló en una entrevista con el diario El País en 2005— luchamos contra los mismos problemas que en España o Portugal, con la única excepción de que nosotros nunca hemos tenido una dictadura. En mis libros intento dar una imagen más real de Suecia».
Mankell también fue un importante autor teatral y de libros para niños.
Por otro lado, su compromiso social fue mucho más allá de la literatura: dirigió durante años el Teatro Nacional de Maputo, Mozambique y el desarrollo de África fue una de sus grandes obsesiones. En total publicó unos cuarenta libros, que han sido traducidos a cuatro decenas de lenguas.
Su compromiso político no se limitó a África: fue un gran defensor de la causa palestina y fue uno de los intelectuales que se encontraban en la flotilla abordada por la Marina Israelí cuando trataba de romper el bloqueo de Gaza, un ataque que acabó con nueve muertos y decenas de heridos. «Ningún bloqueo de la historia ha perdurado eternamente. Nadie acepta la sumisión. Tarde o temprano, a Israel le ocurrirá lo mismo que al sistema del apartheid en Suráfrica», señaló entonces, en unas declaraciones recogidas por la agencia France Presse.
Arenas movedizas
El creador del inspector Wallander padecía un cáncer desde hace varios años. Un proceso que decidió compartir en el libro Arenas movedizas (Tusquets) y que vivió como un duelo frente a la muerte.
En Arenas movedizas, su último libro, Mankell creó el arco de su vida a través de varios de los primeros hallazgos que marcaron su existencia personal, colectiva y literaria. El libro es un rompecabezas de historias donde cuenta que los recuerdos infantiles y juveniles le sirvieron para afrontar la enfermedad. «Puede que no me atreviera a pensar en el futuro. Era territorio incierto, minado. Así que volvía continuamente a la infancia» escribió.
Acá les dejamos un fragmento de este libro, su propia forma de despedirse, que sin duda será un éxito al igual que sus novelas.
Capítulo 3 - El gran descubrimiento
«En el caos emocional en que me encontré inmerso de repente después de que la tortícolis se convirtiera en cáncer, me di cuenta de que la memoria me llevaba no pocas veces a la niñez.
Sin embargo, tardé en darme cuenta de que la memoria me ayudaría a comprender, a crear un punto de partida para encontrar el modo de enfrentarme a la catástrofe que me había sobrevenido.
En algún punto tenía que empezar, simplemente. Tenía que elegir. Y me convencí cada vez más de que el punto de partida se hallaba en los primeros años de mi vida.
Por fin, elijo una noche de invierno de 1957. Cuando abro los ojos aquella mañana, lo hago sin saber que ese día me desvelará un gran secreto.
Muy temprano, voy surcando la oscuridad camino al colegio. Tengo nueve años. Precisamente aquella mañana, Bosse, mi mejor amigo, está enfermo. Yo siempre paso a recogerlo por la casa que se encuentra a unos minutos de la casa del juzgado, donde vivo yo. Su hermano Göran me abre la puerta y me dice que a Bosse le duele la garganta y que no va a ir al colegio. Así que esa mañana tengo que recorrer el camino yo solo».
Fuente: El País