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6 de agosto de 2017

Cáncer, protección extrema

 

Por Marcelo Cippitelli, Astrólogo Kármico y Psicólogo Social*

El karma del signo de Cáncer está relacionado con la figura y función de la madre protectora y su especial intervención en el desarrollo de sus hijos. Nos habla, fundamentalmente, de la dificultad de proteger sin modificar la psiquis ni el sentido de libertad del ser en formación.

 

El dilema que encierra es la enorme traba que existe en educar al infante en beneficio de su sustento y seguridades básicas sin intervenir en el natural sentido de la libertad, la cual le permitirá desarrollarse como un ser independiente. El conflicto de la delicada línea que separa el proteger del poseer es el abismo en el que Cáncer cae muchísimas veces antes de aprender la diferencia.

 

Debemos considerar que la obsesión por el control se origina en el miedo a la desprotección propia y genera el miedo a… perder el control sobre la situación.

 

Desarrollemos la idea: el nativo del signo de Cáncer es extremadamente sensible por dentro a pesar de que suele mostrar un caparazón de aspecto protector por fuera. Los griegos y egipcios representaron este signo como una tortuga y un escarabajo además del clásico cangrejo. La idea fundamental es que alude a un animal sensible protegido por una coraza. Así inicia su vida el Canceriano: necesita de una protección desmesurada que no es posible brindarle porque siempre será insuficiente aquello que se le dé. Por lo tanto, como buen signo de Agua, se instala en él el miedo. Ese miedo lo lleva a protegerse en primera instancia, y luego a proteger a todos aquellos que considere como parte de su círculo. En ese sentido se vuelve elitista y discriminador. Genera “círculos de familiaridad” en los que instala una valla protectora inexpugnable para todos aquellos dignos de su confianza y amor. Los protege y ampara sin ningún límite. Y en ello reside el nudo de la historia. Esa falta de límites lo lleva a dos consecuencias con sus seres queridos: los ahoga y los debilita. Un Canceriano fuera de control, ejerciendo sus poderes de manera indiscriminada, puede generar un aura de conflicto muy fuerte en su entorno, del que es muy difícil (a veces imposible) salir. 

Nunca existe mala intención en la instalación de este drama de control y cuidados. Muy por el contrario, Cáncer despliega sus asfixiantes atenciones con el mejor de los propósitos, movido por la necesidad de brindar aquello que sintió que a él mismo le faltó, y con la secreta esperanza de que ahora le sea restituido. Es decir, al brindar el afecto y el amor de las maneras nutricias y defensivas en que lo hace, alberga el anhelo de que sus protegidos lo amen absolutamente. De este modo se generan círculos conflictivos muy complejos en donde ambos, protector y protegido, se vuelven prisioneros y carceleros mutuos del mismo penal emocional.

 

Este círculo sólo puede ser roto cuando Cáncer consigue elevar su vibración encontrando el amor dentro de su propio caparazón, y actuando a partir de allí, desde la emoción de ese Amor auto-restituido, y ya no desde el miedo a la carencia del mismo.

Éste resulta ser el más grande desafío para un Canceriano, ya que sus mismos protegidos que en un momento sentían la asfixia de sus cuidados excesivos, al producirse el cambio, sienten que ya no son amados adecuadamente y requieren el retorno al antiguo estado. Descubren que no tienen la fuerza por sí mismos para enfrentar los desafíos de un peligro muchas veces ficticio. Este círculo vicioso siempre requiere de un fuerte proceso para poder ser cortado sin daños emocionales grandes. Ambas partes del drama necesitan evolucionar y crecer para cortar las fuertes amarras que los unen en uno y otro sentido; y en esa travesía deben conseguir mantener intacto el Amor.

 

El karma de Cáncer es, ciertamente, el desafío de todos los padres del mundo humano.

*Para hacer consultas personalizadas te podes comunicar con Marcelo Cippitelli a su dirección de mail marcelocippitelli@gmail.com o a su celular (011) 15 5376-5823.        

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