CHEMA MADOZ Y LA POSIBILIDAD DE LOS OBJETOS

Chema Madoz y la posibilidad de los objetos

El universo de este fotógrafo que conjuga lo abstracto y lo concreto, es un recreo en la vida cotidiana, un juego creativo que nos impulsa a una reflexión artística, personal y filosófica.

Para Madoz la fotografía tiene es valor de documento legal que certifica de que aquello que se ha fotografiado es algo que ha ocurrido. Característica que la fotografía digital sigue manteniendo. De este arte, lo que primero le llamó la atención es darse cuenta de cómo todo estaba mediatizado y condicionado, “Cómo, desde el momento en que eliges un fragmento y no otro para fotografiar, estás dando una visión propia y particular”.

Entre el límite del surrealismo y lo absurdo, sus imágenes tienen un trabajo previo en donde Madoz dibuja la idea que tiene en su cabeza para ver cómo responden visualmente. Aunque advierte que los procedimientos pueden ser muy distintos. A veces surgen de la relación con un objeto o de la contemplación de algo. “Otras veces”, cuenta, “tengo una sensación concreta y busco un objeto que la defina (…) En otras ocasiones se da el caso de que hay imágenes con las que me tropiezo sin más. Estas imágenes con las que me encuentro están cercanas al hallazgo y pueden ser absurdas o pueden tener sentido. Hago un ejercicio de reflexión para ver si realmente tienen sentido, cuáles son las posibilidades de lectura que ofrecen esas imágenes”.

Su obra se centra en las posibilidades que existen en los objetos. Sobre ello cuenta una breve anécdota de cuando era pequeño y su madre lo llevó a una profesora particular. Al llegar a la casa (un poco tarde) los niños que también estaban allí, habían ocupado todas las sillas y lugares en la mesa de la cocina. Entonces la profesora tomó una banqueta, abrió la tapa del horno y la convirtió en un pupitre improvisado. Trabajando allí, frente al agujero negro, se dejó deslumbrar con las infinitas posibilidades que esconden las cosas cotidianas que nos rodean.

Poesía Visual

“Mis imágenes son muy elementales, muy sencillas, pero hay en ellas algo de mecanismo de relojería, algo en el que la imagen está dotada de una especie de engranaje en el que una vez que te pones delante de ella arranca. Me gusta pensar que estas imágenes permiten diferentes tipos de lectura"

Las fotografías no son descriptibles, son poemas. Chema Madoz tiene la capacidad de sicitar sorpresa de las cosas más evidentes.

Luis Arenas, en su artículo “Chema Madoz y la poética de la transubstanciación”, pone el acento en el carácter intelectual de la obra de este fotógrafo, y en como primero apela al entendimiento y no a la sensibilidad. “Los objetos que pueblan las instantáneas de Madoz nos plantean ante todo un problema lógico que como espectadores competentes tenemos que resolver”. De esta manera, el espectador es un ser activo. Como espectadores debemos recorrer hacia atrás el proceso de análisis y abstracción realizado por el artista, hasta encontrarnos con el nexo que permite asociar los elementos. Sin embargo, existen otras fotografías que son simples juegos inocentes: la captación trivial del juego entre conceptos.

Arenas afirma que la atmósfera mágica del universo poético de Chema Madoz tiene que ver con que en sus instantáneas asistimos a “las vidas no vividas” de los objetos. Y agrega que en ellas se observa una tensión propiamente humana: “[La ] tensión desgarradora de no ser cotidianamente todo lo que podrían llegar a ser; de haber echado en el olvido –quien sabe si por cobardía u obligados por la fuerza misma de las cosas- otras existencias posibles”.

José María Rodríguez Madoz (Chame Madoz ) nació en Madrid en enero de 1958. Este reconocido fotógrafo español recibió, en el 2000, el Premio Nacional de Fotografía.