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19 de marzo de 2015
Albricias baila para Buenos Aires
El próximo 28 y 29 de marzo el gobierno de la ciudad de Buenos Aires llevará a cabo otra edición de «Buenos Aires Celebra a la Patagonia». Este año invitó al grupo folclórico de nuestra ciudad, Albricias.
En una nueva edición de su programa «Buenos Aires celebra...», el gobierno de dicha ciudad vuelve a convocar a diferentes expresiones culturas que conviven en la Argentina para compartir su arte. Esta actividad busca el intercambio cultural de las distintas regiones. Es un espacio gratuito en donde quien quiera acercarse podrá disfrutar, en esta oportunidad, de la cultura y gastronomía de la región patagónica.
Este año fue invitado Albricias, el grupo folclórico de San Martín de los Andes, y el sábado 28 y el domingo 29 a las 16 hs. estarán seduciendo a los porteños con sus coreografías, vestuarios y talento.
La Palestra Noticias se juntó con Rubén Héctor Cabrera, el director del grupo, para que nos cuente un poco sobre la tradición de los bailes, de Albricias y el mundo del folclore…
El encuentro es en su casa; nos hace pasar y nos invita a sentarnos a la mesa; de fondo se escucha el punteo de una guitarra y el canto de una mujer; los mates van y vienen, y poco a poco, vamos entrando en confianza. Rubén habla despacio, manejando sus tiempos.
¿Qué es para vos el folclore?
RC: El folclore es bastante amplio. En lo que se refiere a las danzas tradicionales, creo que es la resultante de un comportamiento humano, de un grupo humano. Primero la gente vive y después empieza a ver cómo se puede manifestar con su cuerpo. Es un lenguaje que tiene que ver con las diferentes zonas. En nuestro caso, la Argentina tiene la suerte de tener varias zonas culturales, por lo tanto ayuda a una diversidad de ritmos, formas y vestimentas.
Rubén nos contó que su primer acercamiento a esta danza fue gracias a una «musa rubia»: cuando era chico asistía a la escuela primaria en donde, por las tardes, Chango Soria y Raquelita Ragguzzi enseñaban a bailar.
RC: Al turno mañana asistían unas rubias a quienes mis amigos y yo no podíamos acceder —dice entre risas —, las veíamos bailar folclore después de clase. Estuvimos bastante tiempo mirando por la ventana, observando a estas bailarinas que nos gustaban. Hasta que nos decidimos: si queríamos hablar con esas niñas íbamos a tener que entrar. Con un winco chiquito para que resuene en toda la galería, Raquelita Raguzzi y Chango Soria nos enseñaron los primeros bailes. ¡No sé cómo hacíamos para escuchar!
Así empezó. En esas épocas ya existían las competencias intercolegiales, zonales y regionales. Según nos contó, su grupo buscaba competir en todo lo que podía.
RC: Después nació este compromiso o la idea de poder encontrar la identidad de nuestro pueblo a través de las danzas tradicionales. Empezamos a recorrer este camino que fue más largo al no tener un lugar referencial. Bueno, este primer maestro (Chango Soria) me empezó a tirar la información que él tenía, y empecé a estudiar y a viajar por mi país para conocer un poco más nuestras raíces. En base a esto, de ver y copiar, de pronto imaginarse que las cosas también podían ser de otras maneras, empezó a surgir un estilo diferente: nuevas coreos, darle argumento a cada cosa que uno hacía. Este camino fue largo, lleno de errores, por supuesto. Aunque algunos aciertos hemos tenido. Aprendimos gracias a los errores que cometíamos.
Albricias en México"Conocer todas nuestras danzas es conocer todo nuestro país." | Albricias en México |
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Albricias |
ALBRICIAS
¿Cómo nació el grupo Albricias?
RC: El nombre del grupo surge del primer tema al que le puse coreografía en el año `78. Siempre entendí que el folclore era la herramienta donde se podía dialogar de igual a igual, en donde no había diferencias, es decir, toda Latinoamérica está enraizada en lo mismo.
En esa época, las relaciones con Chile estaban bastante tensas. Yo había vuelto de la Plata cuando la intendente Pepita Orasi, que me conocía desde la primaria, me insistió con que hiciera algo. Me dijo: «Rubén tenés que hacer algo, el pueblo está triste». Entonces, acepté el desafío. Como estaba cerca la fecha de navidad, tomé este tema navideño. «Albricias» significa: «buenos mensajes, alegría o buenas noticias». Así nombré a la coreografía que bailamos ese año. Pero como grupo, todavía no teníamos nombre. así anduvimos por cuatro años hasta que llegó el momento de definirlo. Nos pareció que este primer nombre encerraba todo el inicio y como mensaje lo tomamos así: «cada vez que bailamos tenemos que transmitir este mensaje de alegría, este mensaje de disfrutar de las cosas nuestras, disfrutar como lo hacían nuestros abuelos».
¿Cuántas personas integran Albricias?
RC: Bueno, es como todos los grupos, va variando. De pronto somos un montón, y viajamos y estamos enloquecidos porque somos como ocho varones y un montón de mujeres —como siempre —. Después somos menos. Hay ciclos, como sucede con muchas actividades de la ciudad, que por razones de crecimiento los chicos se tienen que ir a estudiar afuera.
LA DANZA
Frente a la gran variedad de danzas que nos ofrece la tradición argentina. A vos, ¿cuál te gusta más?
RC: A mí me gusta mucho el Malambo. Es una danza individual. La mayoría cree que el Malambo es una danza que nos pertenece a los argentinos nada más. Pero el hombre siempre necesitó percutir el piso para poder elevarse, para comunicarse con sus dioses. Se le pedía a la naturaleza, a la Pachamama, y para esto había que percutir. También en la habilidad de percutir el piso, de sacarle sonido, está esto de que el hombre también podía hacer otras cosas que tuviera que ver con el arte. El zapateo aparece en un principio como competencia de hombres, después se agrega la idea de demostrar sus habilidades a la mujer… Vuelve la seducción.
Pero la danza seductora por excelencia es la Zamba. Tiene sus inicios en África con el Andó; con el tráfico de esclavos. Llega a la costa del Perú y se convierte en la Zamba Cueca, de ahí comienza a bajar. Son las corrientes comerciales las que hacen que esa cultura se vaya trasladando. Llega al sur de Perú, Bolivia y a Chile, en donde se convierte en «Cueca». Nosotros –los argentinos- por Humahuaca la llamamos «Cueca sureña o colla»; bajando por Salta se convierte en «Zamba Carpera»; por Cuyo tenemos la «Cueca cuyana» que es parecida a la chilena. En Buenos Aires se toma a la Zamba como algo más romántica, no tan festiva.
Es la danza de seducción, es la danza del amor, pero no solo amor de pareja, sino también del padre a una hija, el amor de un abuelo a una nieta o al revés. También es la más difícil. No tanto por la coreo en sí, sino porque uno tiene que bailar la Zamba sin ego. Porque en definitiva todas estas danzas de pareja hacen que se plantee que el hombre y la mujer son dos mitades. Para esto tenemos que estar con un ego bastante manejable, y no es fácil.
El vestuario que se ve en Albricias es increíble. ¿Cómo es la selección de la vestimenta?
RC: Todo eso está en los libros. De acuerdo a cada región de la danza, uno va haciendo la vestimenta. A mí siempre me gustó darle un toque actual. Entonces, cuando hago algo tengo la raíz de esa vestimenta pero diseño algo que sea más actual, más vistoso, pero esto cuando no vamos a competir. Porque cuando vamos a competir hay que ajustarse a la reglamentación de lo que está escrito. Pero últimamente la competencia a mí no me interesa demasiado; me interesa más la competencia de uno mismo: hasta dónde uno puede llegar… Entonces el vestuario siempre tiene algún toque de ocurrencias mías. Por ejemplo: tenemos un cuadro que se llama «Teleras», que es un homenaje a las tejedoras de toda Latinoamérica. En él, nuestro vestuario es moderno porque es una musculosa, pero la pollerita tiene una guarda que sí la buscamos en un libro, la copiamos y la mandamos a estampar. Es una guarda que habla de la fecundidad. Las tejedoras producen todo esto y tiene que ver con la fecundidad. Ese vestuario está pensado desde ese lugar. No es poner cualquier cosa, es documentar para poder hacer algo que tenga sentido. Otro ejemplo es el del color: cómo se viste una persona tiene que ver con la personalidad y la forma de vivir y su paisaje, su entorno, nada es tan casual. Nosotros, los sureños, por el frío, los colores son oscuros, los claros no existen. Ante la aridez del paisaje del norte, de Jujuy, Purmamarca, los cerros tienen sus colores, asique los ponchos tienen que ver con esos colores. Hay muchas cosas que son interesantes para estudiar o para ver de este tema.
Todo tiene un significado y los bailarines lo tienen que aprender. Por ejemplo, el porqué del sombrero o el no sombrero; porqué el calzoncillo cribado cuando se visten de sureño, y para qué servía… o las mujeres: porqué el uso o no uso de la peineta… o más color, o las flores, o el bolado...
Pero en Albricias, dentro de una coreografía, no siempre se ve vestido a todo el grupo igual.
RC: Porqué están representadas las diferentes clases sociales además de la región. No son todos caciques, alguno tiene que ser indio, ¿no? También es diferente el que va a arrear al ganado, si es un chico joven o un arriero viejo que lleva otras cosas, del estanciero al peón de estancia que hace otro trabajo.
De la misma manera, en cada baile también se condiciona la postura.
¿Cómo es eso?
RC: El cuerpo tiene memoria. Por ejemplo, si uno va a Buenos Aires y se sienta a tomar un café va a ver a todos los oficinistas que van con el hombro medio caído con el portafolio de un lado y con una especie de tristeza, y los hombros redondeados… es de ciudad—oficina. Uno ve a un paisano de la zona y en su caminar tiene una media flexión, es por las montañas… no camina estirando totalmente las piernas, sino con una media flexión, igual que el coya.
El hombre de la pampa tiene una visión más amplia… tiene todo para ver. Los árboles son los que de pronto le interrumpen su mirada al infinito. Entonces su postura ya tiene esa amplitud: hombros abiertos como diciendo: «este es mi paisaje». Abre su cuerpo para abarcar ese paisaje. El del monte, si estuvo años con el hacha en la mano, tiene en las manos la curvatura de esa herramienta, y cuando va al baile la mujer se convierte en el hacha. Porque es parte de su cuerpo, no es porque lo piense de esa manera. Por eso yo hablo de que la danza es el resultante del comportamiento humano. Generalmente la danza surge por una necesidad, la necesidad de comunicarse, de encontrarse con el otro. El encuentro empieza a través de una mirada. Desde lo postural, el cuerpo va diciendo antes de empezar a bailar. Va seduciendo porque no entra distraído a esa fiesta, se entra observando todo y viendo a ver «dónde está lo que vengo a buscar». Pero a la hora de la inconsciencia del baile, aparece el cuerpo tal cual es.
Es como un lujo tener a Albricias en San Martín de los Andes.
RC: Igualmente no somos los únicos. También hay talento en otras disciplinas. Muchos chicos de SMA han triunfado en muchos lugares, como Europa por ejemplo, ya sea en deporte o en la parte cultural. San Martín es un lugar donde se hace mucha cultura. Si bien los recursos oficiales no son —como en todos lados — significativos, pero la gente de San Martín sí es capaz de generar una cultura de un nivel elevado, que puede competir con ciudades grandes como Neuquén o Temuco por decir algo cerca... En San Martín no falta nada, si bien la mayoría son proyectos personales, pero bueno… está… Y eso es fundamental.
Nos fuimos despidiendo de a poco, es difícil salir de golpe de todo ese mundo lleno de historia y tradición.
¡Desde La Palestra Noticias les deseamos a todos los integrantes de ALBRICIAS mucha suerte en este nuevo viaje!