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19 de abril de 2019
«Sobrevivir a cualquier precio»
Entrevista a Raúl Koler
Un mediodía cálido y vertiginoso; un encuentro casual en pleno centro de la ciudad. Bronceado, con lentes de sol y estilo informal lo vemos llegar a Raúl a nuestra mesa en el bar de la antigua facultad de humanidades de La Plata. Compartimos un almuerzo, anécdotas y proyectos. Su celular suena una par de veces por temas laborales, atiende, resuelve y sigue con nuestra charla amena. A veces, el entrevistado cambia de rol y sus preguntas suspicaces nos cuestionan y nos dejan reflexionando...
Raúl estudió Ciencias Económicas en la UNLP, en esta misma manzana donde nos encontramos ahora. Se recibió de contador público y desde hace más de treinta años dirige sus propias empresas. Pero su pasión, intuimos, está puesta en otro parte…
Desde la década del noventa, este contador y reconocido empresario ha desarrollado una serie de proyectos artísticos entre los cuales se cuentan la novela histórica «La cadena de Huayna Capac», otra autobiográfica titulada «Mandato Familiar», y «De aquí y de allá», un libro de fotografía de su autoría mezcladas con la fantasía de la búsqueda del Galeón, un barco hundido en 1750 frente de Carrasco, Montevideo. Una expedición que le llevó tres años.
A Raúl le fascina viajar y participar de festivales culturales, los cuales le reportan múltiples ideas y estímulos. Su último trabajo es el cortometraje animado Anacronte que está ganando decenas de premios en festivales de todo el mundo; sobre él también hablamos.
La Palestra: Raúl, la verdad es que no sabemos bien cómo presentarte: si como empresario, escritor, fotógrafo, director de cine de animación, viajero incansable… ¿Cuál sería la mejor definición de Raúl Koler?
Raúl Koler: Podés elegir dependiendo la hora y la circunstancia. Por otra parte, ¿no soy el compendio de todos ellos? Múltiples aristas que crecen o se esfuman con el devenir de los tiempos.
L.P.: En los noventa publicaste Mandato familiar, un libro de rasgos autobiográficos. ¿Qué lugar ocupa en tu vida la familia y cuál fue el mandato más influyente en tu persona?
R.K.: Como hijo y nieto de inmigrantes, tuve una familia con un mandato nodal: sobrevivir a cualquier precio, bajo cualquier circunstancia. Y tal vez, este se haya transformado en el motor que me empujó a ir detrás de mis sueños.
L.P.: ¿Cómo fueron tus primeros pasos en el mundo artístico y qué concepción tenías del «artista» en aquél primer momento?
R.K.: Imagino que nadie se define como artista hasta que, por medio del reconocimiento ajeno, acepta esta circunstancia. Aún hoy, no me defino como artista sino como un perseguidor de sueños.
LP: Entonces... ¿qué es ser artista para vos?
R.K.: Transmitir de algún modo mis puntos de vista, de andador, de adulto, del niño que llevo dentro rezagado. Tal vez ser «artista» sea la llave que los libere y los proteja.
LP: Para algunos, el mundo empresarial es incompatible con el mundo artístico-creativo. Sin embargo, son dos facetas muy marcadas en tu vida: ¿qué es lo que encontrás en uno que no lo hacés en el otro (y viceversa)?
R.K.: Nunca imaginé que el arte y la vida empresaria tuviera un abismo separatorio. Más aún hoy, producto de la tecnología, uno precisa del otro para sobrevivir. Yo no creo que sean tan distintos en realidad. Ningún artista sobrevive si no vende sus cuadros, gana premios, paga sueldos, como así también un empresario sin sueños es como un ánfora vacía.
L.P.: Ya has incursionado por la literatura, la fotografía, la pintura y en estos últimos tiempos, como director del cortometraje… ¿qué te gustaría hacer ahora?
R.K.: Tal vez una obra de teatro con un modelo participativo donde el público se mezcle con los actores, apenas indicados como tales.
Anacronte
La idea de Anacronte, cortometraje que lleva acumulados casi setenta premios en cuarenta festivales alrededor del mundo, surgió en medio de una caminata solitaria por una playa tropical. Primero pensó en plasmarla en un gran cuadro, pero a partir de un encuentro fortuito comenzó a explorar la posibilidad de utilizar los recursos de los animé.
Una vez tomada la decisión, en su propio afán por seguir experimentando en el arte, él mismo revisó currículums, habló con creativos y eligió para sumar a quienes creyeron y se comprometieron con su proyecto. Entonces, materializó aquella primera historia en un guión para un corto de animación hiperrealista con un mensaje contundente.
Cree que la gran aceptación de su obra se debe a que conlleva un mensaje universal: el enfrentamiento de cada uno de nosotros con las adversidades de la vida y de la muerte. También el paso del tiempo y la resignación parecen ser temas no menos importantes.
En la historia existen los brujos del mal que, guiados por Anacronte y sus designios misteriosos, apuntan sus flechas hacia la humanidad y hacia cada persona en particular. ¿Qué hacer cuando somos alcanzados por una de estas flechas? Esa es la cuestión...
L.P.: Nos has confiado que Anacronte surgió en una de tus caminatas por la playa y que las imágenes fueron apareciendo en tu imaginación como una pintura. En aquella tormenta de imágenes, ¿cuál fue el primer personaje que se te presentó?
R.K.: Claramente fue Anacronte que, sin explicación alguna, sostuvo su nombre desde el inicio. En un momento hice una busqueda en Google sin ningún tipo de resultado, hasta que los conocimientos de una historiadora se impusieron: del griego: «anas» que significa «sin»; «cronos», tiempo. Sin Tiempo… Cómo me apareció este acertijo, es otro de los misterios que el corto pretende esclarecer.
LP: A medida que avanza la animación, lo que en un principio aparentaba ser una lucha entre bien y mal, termina evidenciándose como una pelea interna de cada uno de nosotros, entonces… ¿qué es Anacronte para vos?
R.K: Es el símbolo de lo innombrable. Ni él ni sus brujos tienen sentimientos humanos. Hieráticos, poseedores de una fuerza misteriosa que los empuja, seleccionan con un criterio indescifrable la transmisión de sus males.
L.P: ¿Cómo fue el proceso creativo del guión, de esa idea primera a la estructura del corto? Por otro lado, son varios los personajes que toman (por instantes) protagonismo… ¿Te sentís identificado con alguno en particular?
R.K.: La idea fue representar, en el suspiro de los quince minutos de duración, sin sofisticación ni subterfugios, algunos de los males cotidianos que asolan a la humanidad.
En cuanto a mi identificación, me va a encantar conocer tu elección...
L.P.: ¿Cuándo se podrá ver el corto completo?
R.K.: Públicamente, en un par de años, una vez terminado el circuito de los festivales del mundo.
L.P.: Teniendo en cuenta que este fue tu primer acercamiento a cortometraje animado, ¿cuál fue, en tu opinión, el mayor logro de la producción final? Es decir, qué fue aquello que te (o los) sorprendió positivamente…
R.K.: Claramente, el impacto emocional que sufre cada uno de los espectadores que han visto el corto y que se identifican con alguna escena o personaje.
LP: En este momento, ¿cómo está posicionando el corto? ¿Cuáles son las expectativas tuyas y de las productora?
R.K.: En realidad no hay una productora detrás de esta obra, sino unos pocos colaboradores que trabajan en la distribución del material a los festivales.
L.P.: ¿Cómo sintetizarías esta obra y sus efectos?
R.K.: Como colorario final, quiero brindar una esperanza al mostrar que no estamos solos, que lo mismo que sentimos y sufrimos le sucede al prójimo que camina a nuestro lado…
Ese día, Anacronte será sinónimo de algo aún innombrado.