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6 de julio de 2015
Sin poesía no hay ciudad
Tal vez, caminando por las calles de la ciudad (cualquier ciudad) nos encontremos con un paredón pintado de blanco, con una frase escrita con letras negras que nos arranquen una sonrisa. Esa es la marca registrada del movimiento “Acción poética”.
Este movimiento, que veinte años después de su nacimiento tiene adeptos en casi todas las ciudades de habla hispana, nació en la ciudad de Monterrey, México. Su fundador, el poeta Armando Alanís Pulido, comenzó pintando las paredes de su ciudad en el año 1996. La intención fue que la poesía formara parte del paisaje urbano. Desde entonces, todos los domingos recorre los barrios escribiendo su poesía.
La consigna es fácil: quien quiera, puede escribir una frase poética, sin connotaciones políticas, y firmar "Acción poética". Es un poco volver al anonimato medieval de las obras artísticas, y a las raíces del "por amor al arte". Dejar de lado todo aquello que puede dividir al hombre –equipos de futbol, religión y partidos políticos- y volver a lo que nos une: el goce artístico.
Con la fuerza propia que tiene cualquier expresión artística, este movimiento trascendió las fronteras de los países, se coló entre las calles de los barrios, y en los paredones estériles, transformándolos en obras de arte.
Es verdad que la velocidad de la expansión de este movimiento se debe, en gran medida, a las redes sociales. Pero, en palabras del propio Armando Alanis Pulido, “Las redes sociales han ayudado, pero aquí el que cuenta es el muro real, más que el muro virtual (…) es un proyecto de buena fe y así se está haciendo”.
La fortaleza de esta acción reside en que, más allá de sacar la literatura de las escuelas, de los libros y las bibliotecas; y llevarla a la calle; rompen con la tendencia de ligar el arte con una ideología y con un fin práctico. Tendencia con la que estuvo teñido durante muchos años. Lo puro de esta acción es que se vuelve a disfrutar del arte por el arte mismo; y eso es un acto revolucionario.
Un poco de Armando Anaís Pulido
“Creo que las cosas existen a partir de que uno las nombra, y al incluir el decir en los hábitos de existencia uno revitaliza lo ya nombrado y a su vez se crea un mundo en el que se puede crear y creer... La poesía me pone en movimiento, porque formula preguntas, crea dudas y conflictos y mantiene los instantes, es cierto todo está dicho pero no todo está escuchado y en esa premisa se amplían los límites del lenguaje y los límites de quienes entienden el poder de las palabras, me gusta esa sensación que ocurre al terminar el poema: me siento insatisfecho porque estoy en el principio y tendré que escribir otro... El silencio es cansancio.”
Uno de esos sueños
Un desmantelado sueño, de esos que ocurren de día
de esos irónicos como mi sonrisa
de esos que nada cuestan
arremetió contra mí, despacito
y yo sorprendido, anulado
inútil como una duda
intento explicarle al público
el riesgo de desaparecerte en un verso.
Esto no es un poema de amor es algo más serio
Hace Ratito fui raptado por una ráfaga de suspiros,
daba pequeños saltos saltaba planetas.
También no hace mucho soñaba que tenía insomnio.
La noche duerme, las casas se elevan,
los mitos se desmoronan.
Ésta es una manera de enterrar al silencio
Podría escribir mi historia en tus labios.
Permíteme ser espontáneo:
El amor da más de trece kilómetros por litro.
Permíteme ser cursi:
volteo los ojos y me miro por dentro.
Tengo los bolsillos vacíos y el corazón del lado izquierdo.
El amor no tiene nada que ver con las canciones de José José.
Mil perdones príncipe.