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23 de MAYO DE 2016
¿A cuántas vidas estás del Nirvana?
Por Marcelo Cippitelli Astrólogo kármico, Terapeuta floral y Psicólogo social
La Astrología Kármica estudia las cartas natales bajo una perspectiva muy particular. Se trata de analizar la personalidad desde una visión de crecimiento espiritual, independientemente de los progresos y logros que se puedan realizar en lo concreto y cotidiano. Se busca capa tras capa para entender el verdadero cometido de la presente encarnación en relación con el desarrollo del Ser auténtico.
Partimos de la base de que cada individuo se encuentra desconectado de la Divinidad y emprende su búsqueda de alcanzar un retorno a la misma, lo que en el Budismo se conoce como el Nirvana.
Ese camino de regreso, ese Sendero del Héroe, tiene auténtico sentido porque se lleva adelante dentro del contexto de un Plan General y en la compañía del total de las almas encarnadas. Aunque a veces nos cueste entenderlo o aceptarlo, cada una de las almas se encuentra en la misma búsqueda del propio crecimiento individual y la contribución a un plan mayor. A este plan, a este volver una y otra vez a intentar resolver el complejo trabajo de alcanzar la meta sin sumar nuevo Karma negativo, se lo conoce como el Samsara o Rueda de las Encarnaciones.
Por todo ello llegamos a cada vida con una fuerte carga que nos obliga a trabajar arduamente para poder “aprobar” el escalón correspondiente. Esta condición contiene primordialmente tres elementos que se manifiestan en mayor o menor medida de acuerdo al momento del proceso individual:
Lo que podríamos llamar “pecados”; o sea los errores con el propio ser que hemos cometido y que nos empujan a resolverlos para sentir la conexión correcta con la Divinidad. Es importante entender que cuando hablamos de pecado no utilizamos el mismo concepto del pecado católico, judío o musulmán. No hablamos de un listado de acciones que no/si deben ser llevadas a cabo. Hablamos de una concepción distinta donde el pecar (etimológicamente “errar el blanco”) no esta vinculada con obedecer o no ofender a una Divinidad. Es un pecado que nos habla de una individualidad superior en la que cada ser puede distinguir cuándo desde su Ego realiza acciones que van en contra del complejo entramado del cual forman parte. Cuando se comprende la conexión inescrutable que existe entre cada uno de los seres de la creación es imposible realizar un acto en contra de la evolución de otro ser sin perjudicarse uno mismo y a todo el conjunto.
Las lecciones adeudadas. Son tantas las materias que debemos aprobar, que fácilmente queden algunas pendientes. Vez tras vez vamos aprobando algunas. Para poder volver a formar parte del la Divinidad plena, cada ser dispone de todas las encarnaciones que necesite para reaprender las lecciones olvidadas y grabarlas en su sagrada memoria.
Una misión. En ocasiones, algunas almas muy evolucionadas tienen más de una misión que llevar adelante. Lo que le da verdadero sentido a llegar al plano denso de la vida concreta es contribuir al Plan General desde nuestro propio lugar y posibilidades. Para ello se nos proveen Herramientas y Habilidades que nos facilitan el camino.
Existen también funciones de Karma Grupal que serán motivo de otra nota por su extensión.
Unalome
Símbolo budista, representa la sabiduría; el camino hacia la iluminación
Es importante entender que disponemos de cientos de encarnaciones para alcanzar nuestra iluminación individual y llegar al punto deseado. Pero lo que hay que recordar es que la elevación auténtica no puede llegar hasta que el total de las almas alcance el punto deseado. Uno de los axiomas más importantes de la Tradición dice: “Todos pueden llegar arriba pero hasta que no arribe el último ninguno podrá salir.”